En un acto de violencia alarmante, el dueño de la tienda «Moda y Diseño» del Mercado Oriental agredió brutalmente a una vendedora ambulante, dejándola con una herida en la cabeza. La víctima, una trabajadora de «Rápido Pizza», fue atacada con un lampazo cuando intentaba vender su producto en la calle, justo frente al local del agresor.
Según testigos del incidente, la vendedora solo buscaba ganarse el pan de cada día, como tantos otros que se esfuerzan por sobrevivir en un entorno difícil. Sin embargo, la presencia de su venta ambulante en la vía pública molestó al dueño de «Moda y Diseño», quien reaccionó de manera desproporcionada y violenta.
El ataque no solo fue un acto de agresión física, sino también un golpe a la dignidad de una persona que lucha día a día por llevar comida a su mesa. Golpear a alguien que trabaja de manera honesta es un reflejo preocupante de la falta de humanidad y empatía en nuestra sociedad.
Es imperativo que este tipo de violencia sea condenada y que se tomen medidas para proteger a los vendedores ambulantes, quienes, al igual que todos nosotros, tienen el derecho de buscar su sustento en paz. La calle es un espacio público, y ningún comerciante debería sentirse con el derecho de usar la violencia para imponer su voluntad.
Este incidente nos recuerda la importancia de la convivencia pacífica y el respeto mutuo en nuestras comunidades. En lugar de recurrir a la agresión, deberíamos optar por el diálogo y la comprensión. Nadie merece ser atacado por simplemente intentar ganarse la vida.
Hoy, hacemos un llamado a la comunidad y a las autoridades para que se tomen acciones contra este tipo de comportamiento inaceptable. La violencia no tiene lugar en nuestra sociedad, y es responsabilidad de todos abogar por un ambiente donde cada persona pueda trabajar con dignidad y seguridad.
No podemos permitir que actos como el sucedido en «Moda y Diseño» queden impunes. Es hora de alzar la voz en defensa de los derechos de los más vulnerables y de rechazar cualquier forma de violencia que intente silenciarlos. Todos tenemos derecho a buscar el pan de cada día, y hacerlo con respeto y sin temor a represalias.