Los arqueólogos aficionados Finn Ibsen y Lars Danielsen paseaban por un campo a las afueras de la ciudad de Ringsted, en la isla danesa de Selandia, cuando hicieron un descubrimiento único con ayuda de un detector de metales: un pequeño retrato de bronce del legendario emperador Alejandro Magno, informó el canal de noticias TV2 Øst.
Ibsen y Danielsen entregaron su hallazgo al Museo de Selandia Occidental, donde los arqueólogos rápidamente concluyeron que se trataba del rostro del mayor líder militar de la Antigüedad y emperador del reino de Macedonia, como podía deducirse por su característico cabello ondulado y la corona de cuernos de carnero.
Aunque los investigadores siguen sin estar seguros de la función de la pieza, que mide 2,7 centímetros de diámetro, saben que data de alrededor del año 200 d. C. y sugieren que pudo haber cumplido la función de «disco decorativo para un escudo» o de soporte fijado al cinturón de una espada.
La pieza es una aleación de bronce con un alto contenido de plomo, composición frecuente de las estatuillas de bronce romanas, por lo que es posible que se fundiera una de ellas para hacer este retrato.
El emperador Caracalla
Los expertos recuerdan que Alejandro Magno siguió siendo una leyenda incluso cientos de años después de su muerte, acaecida en el año 323 a. C., convirtiéndose en modelo para los emperadores romanos, especialmente para Caracalla, que se veía a sí mismo como la reencarnación de Alejandro Magno.
Durante el reinado de Caracalla, entre los años 198 y 217 d. C., tuvo lugar una gran batalla en Illerup Ådal, cerca de donde se encontró el nuevo retrato. Las espadas, arcos, flechas, lanzas y escudos de quienes murieron en la batalla fueron sacrificados a los dioses y depositados en un lago.
En una excavación realizada en el lago en 1950, se encontraron 16.000 piezas arqueológicas, entre ellos varios escudos decorados con pequeños discos dorados con retratos de guerreros, incluido el de Alejandro Magno. La imagen es casi idéntica al retrato encontrado en Ringsted.
Freerk Oldenburger, arqueólogo del museo, calificó la pieza de «extraordinaria» y confirmó que presenta los atributos típicos con los que se representa a Alejandro Magno. «Cuando apareció en mi mesa, casi me caigo de la silla, porque es casi igual que el otro retrato, aunque este es un poco más tosco y está hecho de bronces fundido y no de plata dorada», explicó Oldenburger.